Desde principios de octubre un grupo de jóvenes ha ocupado el edificio “La Terraza” situado frente al parque Zelaieta. “La Terraza” tiene 3 plantas con estructura de hormigón y debido a su céntrica situación y a lo llamativo de algunas pinturas y mantas que cuelgan de las ventanas, todos los vecinos que pasan por delante no pueden evitar mirar hacia arriba. Hablamos con dos de los “okupas” cuando se disponen a rellenar de agua unos bidones en la fuente del parque Harrison.
David, conocido también como “Porras”, se muestra dispuesto a hablar con nosotros y mostrarnos el interior del edificio donde están trabajando para acondicionarlo. “Estamos levantando un tabique en la zona de las escaleras y tratamos de cerrar todas las ventanas para hacer frente al invierno”, nos dice mientras nos acompaña escaleras arriba. Dalila, una chica italiana se acaba de levantar y se cruza con un joven portugués con rastas que coge un destornillador para llevárselo a “Indio”, un amigo que está ayudándoles con el tema eléctrico. En la parte trasera de la casa una pareja se afana en reparar una cristalera, mientras dos perros no paran de olisquear mis pantalones. “Nuestro funcionamiento y organización es como una comuna, nos ayudamos entre nosotros y no dejamos a nadie tirado”, dice David.
Ellos, además, saben que su estética punky, con crestas, piercings y tatuajes no les confiere un aspecto muy amigable. “Somos conscientes de que debido a nuestra estética nos relacionan con la delincuencia. Pero no queremos molestar a nadie, solo queremos vivir tranquilos en una casa que estaba deshabitada. Hemos hablado con un sobrino de los dueños del edificio, que ha hecho de intermediario, y queremos agradecerle su disposición al diálogo. El movimiento “okupa” es muy fuerte en Europa y con el problema de la vivienda no nos queda otra”, dice David. “También quiero agradecerte a ti y a tu revista la oportunidad que nos has dado para que los vecinos nos conozcan de primera mano”.
Dalila ha llegado recientemente de Francia donde ha trabajado en la recogida de kiwis y la podéis ver realizando juegos de malabares y pompas de jabón para niños, con lo que se saca unos eurillos. David fabrica pulseras “para poder ir tirando, aunque dentro de poco quiero irme a Francia a hacer una campaña con la fruta”.
Tienen corriente eléctrica, aunque no disponen de agua corriente. Cocinan en un hornillo y una plancha eléctrica. A pesar de que los recursos escasean, por ahora no les falta comida. Y por supuesto, tampoco cervezas.