MAITE SANZ, auxiliar de enfermería en Urgencias del hospital de Galdakao: «Los enfermos nos piden que les demos la mano»

Maite Sanz, auxiliar de enfermería en Urgencias del hospital de Galdakao, es un ejemplo de vocación e implicación en la lucha contra el COVID-19. Nos ha relatado su experiencia personal, cargada de emotividad y responsabilidad. “Los enfermos nos piden que les demos la mano, y a pesar de no ser de piel a piel, pues un trozo de látex nos separa, si es de corazón a corazón”. Y luego si la maldita prueba es negativa entonces sí, yo me quitó el traje, el guante y con la mejor de mis sonrisas les doy de nuevo la mano. No sé si es arriesgado o no, no me importa. Si no pudiera hacerlo mi profesión no tendría sentido”, asegura esta auxiliar de enfermería de Amorebieta.

Trabaja en Urgencias del Hospital de Galdakao, junto a otros 300 compañeros, entre médicos, enfermeras, auxiliares, celadores… “Tan solo dos compañeros están de baja con coronavirus, hemos extremado las medidas de seguridad”. Urgencias es la puerta de entrada del hospital para los afectados con coronavirus, donde tienen habilitados 28 boxes y este domingo solo había 17 ocupados. “Ha bajado el ritmo de ingresos y eso se nota”. Tras unas pruebas los pacientes son derivados a planta, en Galdakao hay cuatro plantas exclusivas para los enfermos de coronavirus, o a la UCI, donde precisamente trabaja su hijo Mikel.

Maite asegura que lo más duro de su trabajo es tratar con los pacientes, muchos de ellos mayores, llegan desorientados, asustados y hay que tranquilizarles. “Ellos, en la mayoría de los casos son gente mayor, están asustados, solos y cuando nos ven entrar en las habitaciones vestidos como si fuésemos a la luna pues se asustan aún más. Pero a partir de ahí todo cambia.
Les explicamos quiénes somos, auxiliares y enfermeras a su entera disposición. Que estamos vestidos así por protección para ellos y para nosotros…y ellos lo entienden. Y se tranquilizan”, relata Maite. Nos piden que les demos la mano. Y ese simple gesto es para ellos el mejor antídoto”.

También quiere transmitir un mensaje a los familiares. “Ellos saben que estáis ahí al otro lado dándoles fuerzas. Algunos nos mandan de emisarios de mensajes conmovedores. Estamos con ellos, les acompañamos y les cuidamos”, dice emocionada esta auxiliar de enfermería de Amorebieta.

El ritmo de trabajo es frenético, pero el compañerismo ayuda a sobrellevarlo. “Llevamos el buzo, la bata, el delantal, 2 mascarillas, 2 pares de guantes, gafas. Tenemos que quitarnos una capa cada vez que salimos de los boxes, durante 7 horas no paramos de sudar, pero es gratificante ver la solidaridad entre compañeros, también los aplausos y detalles como el de los bomberos, que vinieron a Urgencias con sus camiones. También las donaciones de material de protección e incluso cuando nos invitan a café”. Cuentan con un equipo de psicólogos para los enfermos y los trabajadores. “Cuando esto termine saldrá el cansancio, el estrés y la angustia, pero hasta entonces no podemos permitirnos el lujo de relajarnos. Nuestra sociedad nos necesita ahora más que nunca”, asegura Maite emocionada.

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