Lola López de la Lacalle publica su primera novela «Melocotones de viña»

«Nunca he dudado de que tenía una buena historia»
Una entrevista de Marta Goikoetxea

Los melocotoneros de viña tenían antiguamente una función peculiar en los viñedos. Se utilizaban para detectar precozmente los ataques de oidio y salvaguardar la cosecha. Ese papel de guardián de lo cercano le ha servido de excusa a Lola López de Lacalle –parte de sus raíces familiares proceden de Laguardia- para escribir una historia de solidaridad y generosidad entre dos sencillas mujeres. Ambas tejerán un parapeto al margen de la justicia humana y divina para proteger a sus familias de los abusos de poder. «Melocotones de viña», la primera novela de la zornotzarra, sale a la luz con el apoyo de la editorial Txertoa.

— Dos mujeres sencillas e inseparables que luchan contra las consecuencias de la Guerra Civil. ¿Qué has querido reflejar?
—Es una historia ambientada en la más inmediata posguerra, en un pueblo de Álava, pero que podría haber sucedido en cualquier lugar y en la que he buscado plasmar la solidaridad entre dos mujeres. Paulina con doce hijos, y Pilar, viuda con dos niños, deben cuidar de los suyos y de su hacienda.
—¿Cómo lo hacen?
— Tejerán una urdimbre de lealtad que irá más allá de la muerte de ambas. Un hecho marcará sus vidas, hasta el punto de que no volverán a confiar en la justicia, ni humana, ni divina, y harán lo necesario para protegerse a sí mismas y a sus familias de los abusos de poder y la envidia. De ahí el secreto que guardarán de por vida y que la nieta de ambas descubrirá años después. A raíz del hallazgo, comprenderá que sus abuelas fueron mujeres extraordinarias y podrá reconciliarse con sus raíces.
—¿Qué papel juegan los melocotoneros en esta historia?
—He querido hacer una similitud entre los melocotones de viña, que a pesar de su aspecto pequeño e imperfecto, son los más sabrosos y aromáticos, y estas dos sencillas mujeres de campo. También he resaltado la función protectora de estos frutales. Mi padre me contó que los melocotoneros eran los guardianes de la viña porque detectaban precozmente el oidio. Si el árbol enfermaba se podían tomar medidas para salvar la cosecha. En este sentido, las protagonistas son también unas guardianas impenitentes de sus familias.
—¿Cómo ha sido el proceso de trasladar la idea al libro?
— Comencé a escribirla hace tres años en el taller de novela de ALEA Bilbao, la Asociación Literaria Espíritu de la Alhondiga, a la que pertenezco. Hacía mucho tiempo que quería contar esta historia y aderezarlo con anécdotas que mi abuela de Laguardia me contaba. Cada semana llevaba mis textos al taller y allí debatíamos sobre diferentes cuestiones. He ido despacio, puliendo cada frase, pero he disfrutado mucho en el camino. He aprendido de las críticas y jamás he pensado en rendirme. Es cierto que he pasado por varias fases: desde cuando me decían “tíralo a la papalera» a “esto está cogiendo un aspecto francamente interesante”. Aun así, nunca he dudado de que tuviera una buena historia que contar.
—El libro ya está a la venta con el apoyo de Txertoa.
—Sí, estoy muy contenta. Es un sueño hecho realidad. Es la novela que he querido escribir y ha superado mis expectativas de la mano de una editorial de prestigio que ha confiado en mí. El día 23 se presentó en Bilbao y el 26 en Laguardia, con una fiesta en la que estuvo mi familia, mis amigos y los compañeros de ALEA. Ahora espero que mis personajes dejen de ser solo míos y pasen a formar parte de la vida de otra gente.

 

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