IBRAHIMA DIENG, un zornotzarra de Dakar: “Mi sueño es jugar al fútbol para ganar dinero y así ayudar a mi gente”

Es el más pequeño de 8 hermanos. Su padre murió cuando él era un bebé. En su pueblo, Leona Thiaroye, un puerto cercano a Dakar (Senegal), atracan los barcos mercantes con contenedores con destino a Europa. Ibra daba patadas a un balón descosido mientras veía alejarse a los mercantes, hasta que un día, cuando tenía 16 años, se metió de polizón en uno de esos barcos. Hoy es jugador de la SDA, en la categoría de Segunda División B. Además entrena, junto a Aitor, al equipo infantil de 2004. Y sin duda es el jugador más querido por todos los chavales. Esta es su historia.
No sabe nadar, pero creció junto al mar. En un puerto abarrotado de mercantes. Se buscaba la vida como podía y todo lo que obtenía se lo entregaba a su madre. Era feliz jugando con sus amigos al fútbol. “Un día me llamaron para ir a entrenar con un equipo de la ciudad, pero dije que no. Yo era feliz jugando con mis amigos. Hacer un caño ya me daba la felicidad. Pero un día hice la mochila y subí a un barco como polizón. Sabía que iba a Europa, pero nada más. Yo quería ir a Francia, porque hablo francés, pero ese barco me dejó en Tenerife”, relata Ibra.
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En las Islas Canarias, tras ser fichado por la Policía y después de muchas preguntas y pruebas para determinar con certeza su edad, le ingresaron en un centro para menores extranjeros no acompañados. Desde allí llamó a su madre para decirle que estaba en Europa. “Le dije que no se preocupara por mí. Que me fui porque quería mejorar y ayudarla. Pero ella lloró mucho”. Su madre le facilitó el contacto de una amiga senegalesa que vivía en Indautxu junto a su marido alemán. Ésta lo reclamó y el joven senegalés llegó a Bilbao para vivir con la amiga de su madre, pero las autoridades le obligaron a ingresar en un centro para menores no acompañados y en este caso eligió el centro situado en el barrio San Antonio de Amorebieta.
“Estuve hasta los 18 años en el centro. Me trataron bien y me ayudaron mucho con la educación y los idiomas. Desde el centro veía partidos en la tele y un día subí al campo de Txolon. Luego íbamos a Etxebarri a jugar y un día Javier Etxebarria, de AccionSport, me vio jugar y me llevó a varios clubes a haber pruebas”. En las Arenas estuvo con Jon Pérez Bolo y José Félix Gallastegi y entrenaba con ellos sin poder hacer ficha porque era menor de edad extranjero. “José Félix me ayudó mucho y me traía de vuelta en su coche al centro de Amorebieta”. Cuando cumplió los 18 años fichó por la SDA juvenil, y logró el gol que salvó al equipo y le ayudó a mantener la categoría Nacional. Y este año ha ascendido al primer equipo en segunda B. Lleva 4 goles en pretemporada y 3 en Liga. Contra el Castilla y Socuéllamos salió titular y metió gol en ambos partidos. “Mi gran sueño, mi ilusión es jugar al fútbol y poder ganar dinero para ayudar a mi gente. Por eso tengo que dar todo en cada partido, porque es una oportunidad para cambiar mi vida y la de mucha gente. Cada partido para mí son más de 3 puntos”, afirma Ibra. Incluso los defensores de los equipo rivales le dan ánimos a cuando terminan los partidos. “Me dicen que siga así, que lo hago bien. Que han tenido muchas dificultades para marcarme. Eso me anima mucho para seguir mejorando”.
Cada día, cada entrenamiento, cada partido es una enseñanza para este chaval. “Tenemos un cuerpo técnico de Primera División.; Aitor Larrazabal, Gontzal Suances y Dani Aranzubia, junto con Igor, el preparador físico. No podríamos tener mejor plantilla técnica. Yo aprendo todos los días. También tenemos un gran ejemplo en Antonio, patrocinador del equipo y al mismo tiempo compañero, ayudante y motivador. Ibra repite estas nociones técnicas con el equipo de infantiles de 2004, a los que entrena junto a Aitor. “Yo le ayudo y me lo paso fenomenal. La mejor escuela para un adulto es estar con los niños, porque te dicen la verdad. Les enseño unas cosas que a veces yo mismo no cumplo en el campo, por ejemplo cuando me sacan una tarjeta por protestar y los chavales me echan la bronca”. Ellos son sus mejores seguidores, le aclaman, corean su nombre y Ibra les corresponde siempre que marca un gol y acude a la banda a celebrarlo con ellos. Porque de alguna manera se ve reflejado en ellos. Y es que no hace mucho era un niño senegalés con un sueño; ser jugador de fútbol y poder ganar dinero apara ayudar a los suyos.

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