Con tan solo 14 años tuvo el sueño y la esperanza de poder convertirse algún día en piloto de aviación. Y hoy en día, con tan solo 22 años y sin terminar aún su grado, ya es copiloto de Iberia.
Tras cursar sus estudios de Bachillerato, fue a estudiar aviación en Adbentia, la escuela de aviación en la base militar de Salamanca, para obtener la licencia de piloto privado y piloto comercial y un grado en gestión aeronáutica. Cuando todavía se encontraba en el cuarto curso, Iberia sacó una convocatoria a la cual Haritz decidió apuntarse y por suerte superó todas las pruebas sin problemas. “Ha sido duro pero que ha merecido la pena, horarios muy largos y los días duros, cuatro años esperando cada día buenas condiciones meteorológicas para poder volar”.
Actualmente sigue con el proyecto de fin de grado, ya que se incorporó en Iberia antes de terminar las clases universitarias. Previamente realizó las prácticas obligatorias y éstas requieren “una elevada inversión sobre todo por el combustible necesario. Se necesitan un mínimo de prácticas y superar los exámenes prácticos para obtener la licenciatura”.
Haritz tiene la base en Madrid, desde donde realiza vuelos de corto radio por Europa (Alemania, Italia, Moscú…), con un número de pasajeros de entre 150-200. Vuelve a su base cada día. Ocasionalmente pasa una noche en otra ciudad y regresa a volver el avión el día siguiente.
La entrada a la compañía con tan solo 22 años, le da la posibilidad de poder seguir estudiando para algún día poder hacer viajes de largo radio si lo desea. Estos estudios continuos se deben a que con cada cambio de avión obligatoriamente se ha de estudiar el modelo y hacer simuladores, “muchísima información por saber pero lo importante es donde encontrarlas en los manuales”.
Haritz reconoce que en su trabajo siente responsabilidad y estrés cuando copilota un avión pero también en tierra, “sobre todo con las prisas, pero a la vez siento complacencia una vez que me encuentro en cabina y disfruto de mi trabajo”.