EL CONFINAMIENTO LE DEJA ATRAPADA EN AMOREBIETA

Una mujer suiza, que recorre los caminos con dos burros, espera poder retomar su camino en breve
Bárbara es una mujer suiza que lleva tres años recorriendo a pie el sur de Francia y la península ibérica. Su idea era pasar el invierno en la finca del Club hípico Kati Bi de Amorebieta. Llegó en noviembre con sus burros Titan y Paabu. Ahora tiene que esperar a que pase la pandemia del coronavirus para poder proseguir su camino.
Es una mujer especial. Un día decidió cambiar radicalmente su vida. “Me pregunté qué quería hacer en la vida. Me apetecía aprender a vivir con el corazón y no con la cabeza. Experimentar otra forma de vida más conectada con la naturaleza”. Y esa reflexión le llevó a echarse la casa encima y salir al mundo. Canceló el contrato de alquiler de su piso. Dejó su trabajo en una ONG que coordinaba un campo de refugiados sirios en Suiza. Y se despidió de su madre.

Decidió que lo mejor para tener contacto con la gente y la naturaleza era hacer su camino a pie. “Entonces compré dos burros en el sur de Francia, para que lleven en sus lomos todo lo que necesito, aunque no es mucho; tienda de campaña, saco de dormir, cocina y utensilios, comida y ropa… Yo me siento libre cuando puedo viajar, pero también depende de mis pensamientos”.
Inició su ruta a pie y pasó la frontera adentrándose en Cataluña. Recorrió la costa mediterránea hasta Tarifa. Se maravilló con el océano Atlántico al entrar en el Algarve portugués y tras atravesar el Alentejo se dirigió a Badajoz para recorrer la Ruta de la Plata hasta Santiago de Compostela. Cumplió con el requisito de los peregrinos y comprobó la inmensidad del océano en Fisterra. Y desde allí costeó el mar Cantábrico hasta llegar a Amorebieta.

No sabe los kilómetros que ha recorrido porque muchas veces ha tenido que desandar el camino. “Hay veces que el Google Maps me envía por unos caminos que luego no puedo cruzar con los burros, tal vez yo sí puedo pasar, pero los burros no. Hay cercados, rocas, cuestas imposibles. Entonces doy la vuelta y busco otra ruta. Y no me importa, porque esa es la esencia de mi viaje. No tengo prisa ni metas. Me da igual dormir en un sitio o en otro. Llevo mi casa a cuestas”.
En su viaje no ha temido por su seguridad, no ha sentido miedo. Ha encontrado mucha gente que le ha ofrecido ayuda. “Cuando llego a los pueblos los vecinos salen a verme. Les llama mucho la atención ver a una mujer con dos burros. Y siempre se ofrecen a ayudarme, aunque la mayoría de las veces me las arreglo bien yo sola. Pero siempre hay que pedir permiso para acampar, me dejan un jardín o una zona verde donde no moleste”.

Todos los días son distintos para Bárbara. Amanece cada día en un lugar. Y aunque lleva unos meses en Amorebieta, espera volver a recobrar su libertad y salir a recorrer los caminos con sus burros. Quiere atravesar los Pirineos y llegar a Cataluña, para posteriormente recorrer el sur de Francia.

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