Alex Txikon: “Al menos no nos negarán haberle puesto ganas”

Texto: Igone Mariezkurrena (Islamabad)

El pasado 16 de Marzo abandonamos el Campo Base que, durante dos meses, ha hecho las veces de gélido hogar. Tras dos días de marcha a pie, un largo y terrorífico tramo en jeep y una última interminable jornada en autobús, estamos de vuelta en Islamabad. Desde la calma del hotel surge esta entrevista a modo de reflexión sobre lo acontecido estos días atrás en el Nanga Parbat.

Antes de nada, ¿Qué tal estáis? ¿Qué tal se encuentra Ali?
Estos tres días han sido durillos, se han hecho largos, pero ya vamos poco a poco recuperando energía. Yo tengo tocado el dedo de siempre –el pulgar del pie izquierdo, congelación que arrastra desde el invierno del 2012 en el G1–, aunque tampoco tiene demasiada mala pinta; Daniele ha perdido mucho peso, pero eso tiene fácil remedio; y en el caso de Ali, lo que más me preocupa en estos momentos es su dedo pulgar derecho, lo tiene completamente congelado hasta la segunda falange, la delimitación es clara, y no creo que en Islamabad le vayan a tratar como es debido porque aquí no hay médicos especializados, menos aún en su pueblo, en Sadpara. Hemos empezado con el tratamiento habitual: baños de agua caliente, antibiótico y heparina, pero probablemente lo más acertado sea tramitar su pasaporte y su visado para poder volar rumbo al hospital de Zaragoza. Por lo demás, tras aquel principio de edema cerebral pasó un par de días arrastrando la ‘borrachera de altura’, pero es un tío fuerte, y va tirando.

Dio varias señales de que algo no iba bien…
El 12 de Marzo llegamos tarde –a las 18:00– y hechos polvo al C4 (7.200m). A él, quizás, lo noté especialmente cansado, pero me pareció lógico, llevábamos una paliza increíble encima. Mientras dormíamos también lo escuché hacer ruidos, pero tampoco lo vi raro. El día de ataque a cumbre –13 de Marzo– lo noté como perdido, sin rumbo fijo; a pesar de haber estado en la cumbre en dos ocasiones, parecía no reconocer en absoluto el terreno y, ya de bajada, se sentaba cada 50 metros para descansar, algo que me sorprendió muchísimo vista la fortaleza que había mostrado hasta entonces; en aquel momento sí que empecé a olerme algo. La cosa se reafirmó a la mañana siguiente, el 14 de Marzo: empezó la jornada llorando, confundiendo calcetines con manoplas, luego le preguntamos por su procedencia y no supo contestar, también había olvidado su edad y aseguraba tener 16 hijos… cosas sin sentido. Tuve claro que debíamos perder altura cuanto antes; recogimos el material en dos minutos y lo pusimos en marcha.

El desenlace podía haber sido mucho peor…
Desde luego. A lo largo de estos años, en diferentes expediciones, he visto a mucha gente en la misma situación: a consecuencia del edema empiezan a llorar, se apalancan dentro de la tienda, no quieren salir y se quedan ahí para siempre. Pero en este caso hubo dos factores que jugaron claramente a nuestro favor. Por un lado, el más importante, que Ali es un tío fuerte que no se rinde fácilmente, tuvo la iniciativa suficiente para salir de la tienda y descender. Y, por otro lado, también imprescindible, que el tiempo nos acompañó. Si hubiese cuadrado un día ventoso, si nos hubiera sido imposible salir de la tienda… una noche más arriba… el desenlace hubiera sido, seguro, otro. También creo que Daniele y yo acertamos a reaccionar con rapidez.

¿Por qué no os comentó nada antes?
Probablemente ni siquiera él sería consciente del significado de sus sensaciones. De todas formas, los paquistaníes que trabajan en el monte están habituados a callar ante los que venimos de fuera, tienen el sentido de la sumisión muy interiorizado.

Pero en el CB le hemos escuchado decir que esta vez se sentía más escalador que porteador de altura…
Sí, pero a lo mejor, quién sabe, sentiría que nos estaba fallando y prefirió guardárselo. No lo sé.

Por lo demás, ¿Qué tal ha funcionado el grupo?
Fenomenal, nos hemos coordinado muy bien, no hemos tenido ningún problema a la hora de repartirnos el trabajo y dentro de la tienda también nos hemos arreglado bien. Francamente, con las condiciones que nos hemos encontrado allí arriba, sin esta sintonía hubiera sido imposible hacer lo que hemos hecho.

¿Qué papel ha jugado Muhammad Kan?
Sobre todo se ha encargado de subir peso. Considero que, a diferencia de Ali, Muhammad Kan no ha querido alejarse de ese rol de porteador. Es muy buena persona, pero no es un escalador con demasiada iniciativa. Si por él fuera, su trabajo hubiera terminado en el C2; si ha trabajado más arriba ha sido porque le hemos tirado un poco.

Mucha de la gente que ha seguido vuestros pasos de cerca se pregunta ahora qué ocurrió realmente aquella mañana, teníais la cima tan cerca…
Pues sí. También nosotros nos hemos hecho esa pregunta, no creas. Nos levantamos a la 01:00 de la mañana y para las 03:00 estábamos en marcha. El plató que va del C4 (7.200m) al trapecio cimero lo cruzamos a muy buen ritmo, súper bien. Yo tuve algún problema con la luz frontal y me quedé un poco atrás, pero ya desde la distancia me fui dando cuenta de que Ali no iba fino: quiso meterse por el primer corredor, luego por el siguiente… y yo gritando desde atrás “¡Ali! ¡Que no! ¡Tenemos que ir en travesía hacia el Este hasta llegar a la base de la cima principal! Y él me respondía que no. Fuimos avanzando a bronca limpia, y tiramos demasiado al Este, hasta que Ali dijo que no, que desde allí ere imposible seguir para arriba, que nos habíamos pasado; y me sentí culpable. De vuelta hacia el C4, lo intentamos de nuevo, más al Oeste, pero Ali seguía empeñado con que nos habíamos equivocado y no quedaba otro remedio más que volver al C4. Yo, la verdad, lo veía factible, pero Ali lo negaba una y otra vez, a Daniele tampoco lo sentía muy por la labor de insistir y además, como te decía, me sentía culpable, pensaba que habíamos metido la pata por mi culpa. Contacté con CB para informar que nos volvíamos; estaba temblando de frío, allí arriba no te puedes permitir estar quieto, y me apresuré a cerrar el walkie sin ni siquiera preguntar cómo se veía la cosa desde allí abajo. No sé, ahora comprendo que fue una mezcla de muchos factores: el extraño comportamiento de Ali, el cansancio acumulado tras tres noches sin apenas dormir, el sentimiento de culpabilidad, el frío…. la situación era complicada. Y al final… para abajo. Si te digo la verdad, nada más enfilar hacia el C4, fui consciente de estar perdiendo una gran oportunidad, y supe también que no habíamos fallado del todo. Aquella misma tarde, por cierto, tras unas horas de sueño, el propio Ali me reconoció que, de intentarlo otra vez, debíamos volver por el mismo camino…

¿No pensaste en seguir en solitario?
Sí que se me pasó por la cabeza pero… sentí miedo, y además, ¿Con quién iba a celebrar la cumbre? De hecho, bajé mentalizado en volver a intentarlo, pero visto el panorama… aparté aquella idea enseguida. Ahora, teniendo en cuenta la situación en la que se encontraba Ali, veo claro que un segundo intento hubiese sido una locura. Y, quién sabe, puede que de haber atinado y tirado para arriba aquel día, la situación hubiera sido más grave después. Puede que simplemente lo piense porque me sirve de consuelo, pero esas son las ideas que ahora rondan mi cabeza.

Circula por Internet más de una crítica que os acusa de mentir al afirmar haber alcanzado los 8.000 metros de altura.
Sí, algo leímos, y precisamente por ello decidimos difundir una imagen donde señalamos los dos puntos más altos alcanzados. Ha habido quien se ha apresurado a afirmar que fueron unos 7.830-7.850 metros… no lo sé, ahí queda señalado, el que quiera que haga sus estimaciones. De todas formas, es increíble la prisa que tiene la gente para criticar. Lo de la cota 8.000 fue un comentario aproximado que hice al momento, por radio, sin contrastar, basándome únicamente en las referencias que tenía a la vista. Pero nos han sacrificado. Creo sinceramente que, si el grupo lo formaran escaladores de otros países, o si lo formaran algunos escaladores en concreto, la crítica no hubiera sido tan voraz.

Pero os sentís satisfechos con el trabajo realizado, ¿Verdad?
Sí. La pena y la rabia son innegables claro, porque estábamos muy cerca: después, viendo las fotos, hemos calculado que en unas cuatro horas podíamos haber estado arriba. Pero el dolor pasará y, ante todo, estamos muy contentos con lo que hemos hecho. Pienso sinceramente que muy poca gente esperaba que entre tres-cuatro ‘pelaos’ pudiéramos conseguir lo que hemos logrado, pocos creían en nosotros; pero hemos trabajado duro y, aunque nos ha faltado la guinda porque probablemente gastamos demasiada energía hasta el C4, el resultado ha sido positivo. Sin presupuesto para un parte meteorológico en condiciones, hemos caminado en nieve profunda abriendo huella una y otra vez, hemos escalado en hielo vivo, nos ha sacudido el viento, hemos soportado temperaturas de menos de –50ºC, hemos porteado en total unos 1.800 metros de cuerda, han sido jornadas de entre siete y diez horas…, al menos no nos negarán haberle puesto ganas. No llegamos a lo más alto, pero acertamos a huir del peligro en el último momento y nos sentimos orgullosos del trabajo realizado.

Al margen de lo exclusivamente deportivo, ¿Qué recuerdo te llevas de esta expedición?

Muy buen recuerdo. Como siempre, me marcho a casa emocionado ante la generosidad de quienes habitan las montañas de Pakistán. La verdad es que, aunque no miedo, sí sentía curiosidad por conocer la situación tras lo ocurrido en 2013 en el propio campo base del Nanga Parbat,, y me he sentido 100% seguro. Es más, desde aquí quiero animar a todos los amantes de la montaña a que viajen a este maravilloso país, muchísimas familias viven de esto, y se lo merecen.

¿Tú volverás el año que viene?

Ahora mismo te diría que sí, me gustaría volver y mejorar muchas cosas. Pero no lo sé, todavía es muy pronto… ¡Todavía estamos en Pakistán!

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